“Antes de morir, le reveló un secreto: La uva –le susurró– está hecha de vino". Eduardo Galiano, 'El Libro de los abrazos'.


LORENZO GINÉS
Director de Comunicación
Pensó que era el mejor sitio para hacerse una foto. Brazo estirado hacia arriba en una posición tan antinatural como asumida, el iPhone 16 Pro Max en posición de selfie, amplia sonrisa que deja ver dientes blancos, blancos, blancos y, de fondo, un remolque repleto de hojas, raspón, racimos sin madurar o pasificados, algunas podridas. Eso sí, estaba lleno a rebosar, señal de que el final de la jornada estaba cerca.
Pensó, claro, que era buena idea colgarla en su Instagram de muchos seguidores, para que se enteren todos de que además de restaurantes y sitios reconocibles de Madrid y Barcelona, también ha tenido tiempo, en su periplo por España, para empaparse de ruralismo y para ver –y fotografiar para compartir– una vendimia en primera persona. Muy viejuno, lo sé, pero en su cabeza ‘molaba mazo’. No prestó mucha atención a las explicaciones de lo que pasaba por la bodega, su objetivo era la foto, pero eligió mal fondo. Y, como no escuchó, pero sí publicó, también etiquetó y esto fué lo que pasó:
No tenía desperdicio (aunque todo era desperdicio, en fin): bestial blanco impoluto ibicenco comprado en Texas; gafas de sol desproporcionadamente grandes y macabramente oscuras; ventilador de mano colgado en la mano que no sujetaba el móvil, de un naranja hiriente…Y de fondo un descuajaringado remolque que pasa sus últimas horas de vida soportando kilos de lo que no se quiere, de lo que se abandona, se quita, de lo que no vale.
Y es que, analizada la foto, a Cristina le sugiere una reflexión que me deja noqueado
_ A mi me ocurre lo mismo, yo soy tendente a los deshechos.
Así, en general, como concepto, como vivencia, a quemarropa y definitorio. Y es que Cristina es así, tiene el atractivo de lo inesperado, lo excesivo y lo único. Te descoloca y te encanta, y la entiendes, porque los deshechos tienen su punto, su embrujo, su imperfecta belleza. Una ventana desvencijada junto a una pared que se cae, una cadena herrumbrosa abandonada en un rio fangoso, unas zapatillas gastadas y sucias, una muñeca abandonada... Tienen su encanto.
Te empeñas en seleccionar lo mejor, lo especial y lo importante. Y nos perdemos lo otro, los 'deshechos' que esconden vivencias, susurran secretos y sugieren historias. Pues sabes lo que te digo, que vamos a aprovechar que nos ha etiquetado Miss Texas y vamos a hacerle ‘repost’.
Ah! y que somos muy de Cristina.
