Un año de dedicación intensa. Doce meses de luchas contra lluvias, calores, hielos, sequía. Alguna lesión y alguna cura. Y, para que nada falle en el momento decisivo, todo listo porque suena el pistoletazo de salida.

Qudan inaugurados nuestros 'Juegos Olímpicos 2025' (menos mediáticos, menos impolutos, menos joviales, menos exagerados, pero igual de exigentes). Llegó el día. Un año de preparación, de dieta, ejercicio vigilado, tratamientos. Doce meses de frio, calor, viento, lluvia, tormentas, pero siempre atentos. Comienza el momento de la verdad, ahora arranca la hora de demostrar que tanto sacrificio y dedicación han merecido la pena.
Y mientras, en la sede, dos meses concienzudos para tener todo listo, nada puede fallar ahora. Tiempo en el que los técnicos de cada disciplina han revisado cada rincón y adaptado los aparatos para extraer lo máximo de todo lo ejercitado; definido los espacios para cada función, desde la recepción de cada uno de las distintas procedencias, hasta los lugares donde van a calentar, y enfriar, dónde van a competir y dónde van a reposar.
Por delante, la oscura labor de los análisis y registros, para decidir que todo está correcto, equilibrado y se puede dar pistoletazo de salida. Todo ok.
Suena el estruendo y los árbitros ya están tensionados en sus marcas, atentos a absolutamente todo; los trabajadores que soportan el peso de la contienda, perfectamente distribuidos e instruidos en sus distintas funciones; y los voluntarios, casi familia, apoyando en cada una de las misiones encomendadas.
Arranca la vendimia, quedan inaugurados nuestros ‘Juegos Olímpicos 2025’.
¡Ánimo a todos!
La lucha contra un año metereológico complicado
El año comenzó con un invierno con temperaturas por encima de la normalidad, pero compensó con unos meses lluvioso, por encima de la media, lo que auguraba unas condiciones favorables para que el suelo retuviera humedad en las capas más profundas.
La primavera continuó húmeda y, a finales de abril, las precipitaciones acumuladas superaban con creces las del año 2024. Incluso en la finca tuvimos algún problema de acceso por la intensa crecida del río Guadarrama, que volvió a hacer de las suyas.
Los primeros meses de verano, marcaron temperaturas normales, con variaciones importantes en la finca entre el día y la noche, lo que premió a la viña con una maduración de la uva lenta y sana. Sin embargo, una intensa ola de calor la primera quincena de agosto, con casi 15 días de persistencia y valores por encima de 40 grados, además de noches también calurosas, precipitó la vendimia e hizo que comenzara, por segundo año consecutivo, la última semana de agosto.